¿Te has preguntado si estás educando a tus hijos para ser ricos o para ser pobres? La mayoría de nosotros creemos que nuestro objetivo es enseñarles a ser exitosos, pero ¿realmente sabemos cómo hacerlo? Si no estás seguro, te recomiendo leer «Padre rico, padre pobre» de Robert T. Kiyosaki y Sharon L. Lechter.
Este libro es un clásico de finanzas personales, pero en realidad va mucho más allá. En lugar de sólo enseñarte a manejar dinero, te invita a reflexionar sobre tus creencias y hábitos al respecto. Y esa es la clave para crear verdadera riqueza.
Kiyosaki y Lechter presentan una comparación entre los padres ricos y los padres pobres. No se refieren sólo a su situación financiera, sino a su forma de pensar y actuar.
- A los padres pobres, según ellos, les preocupa más la estabilidad y la seguridad, por lo que a veces les cuesta tomar riesgos y emprender proyectos nuevos.
- En cambio, los padres ricos entienden que el mundo cambia constantemente y que la única forma de adaptarse y aprovecharlo es manteniéndose en constante aprendizaje y evolución.
La principal lección que puedes aprender de «Padre rico, padre pobre» es la importancia de la educación financiera. No sólo se trata de ahorrar o invertir, sino de entender cómo funciona el dinero y cómo puedes hacer que trabaje para ti. En este sentido, los autores también recomiendan el uso de activos en vez de pasivos. Es decir, en lugar de gastar tu dinero en cosas que no te generen más ingresos, busca invertir en bienes que te den un retorno a largo plazo.
Otro aspecto interesante del libro es su crítica al sistema educativo tradicional. Kiyosaki y Lechter cuestionan la relevancia de aprender fórmulas y conceptos matemáticos que, en la vida real, rara vez usaremos. En cambio, proponen un aprendizaje más práctico y enfocado en la realidad financiera de cada uno. Para ellos, la educación no debe detenerse al salir de la escuela, sino que debe ser una constante a lo largo de la vida.
Ahora, ¿cómo puedes aplicar estas enseñanzas a la educación de tus hijos? Lo primero es preguntarte qué les estás enseñando y, sobre todo, cómo se lo estás enseñando. Si les hablas de dinero sólo como algo que hay que ganar para sobrevivir, estás limitando su visión y su alcance. Trata de hablarles de las diferentes formas en que se puede hacer dinero, así como de la relevancia de ahorrar y de invertir.
Enseña a tus hijos a identificar activos y pasivos, y a pensar en cómo pueden generar más ingresos en el futuro. Enséñales a ser curiosos, a aprender de otras personas y a no tener miedo de tomar riesgos. Y, sobre todo, recuerda que tú eres su principal ejemplo. Si quieres que tus hijos sean padres ricos, empieza por ser uno tú mismo.
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